En su delicioso opúsculo “Corrupción
y pecado” (2013), el Papa Francisco nos recuerda que la corrupción no es
ninguna novedad: “desde que el hombre es hombre, siempre se ha dado este
fenómeno” y, que, la corrupción “es un proceso de muerte: cuando la vida muere,
hay corrupción.
En efecto, la característica de
la muerte física es el inmediato comienzo del proceso de descomposición, al
perderse la unidad del organismo. En este sentido se habla también de descomposición,
putrefacción, podredumbre, todas ellas palabras sinónimas en lo que aquí
interesa.
En los últimos días hemos oído,
hasta hartarnos, que la causa de la caída del Gobierno del PP es la corrupción,
y se acusa a este partido político de ser “el partido de la corrupción”.
Este argumento es falso, no sólo
porque no ha sido esa la verdadera causa de su defenestración, sino porque el
PP no es el partido de la corrupción. No digo esto en términos cuantitativos, discurso
que no me interesa, pues es obvio que muchas otras formaciones políticas están anegadas[1] por
causas de corrupción (causa en el sentido de “proceso criminal que se instruye
de oficio o a instancia de parte.” DLE). No, es falso porque no hay ningún “partido
de la corrupción”, porque el corrupto es el mismo ser humano, en cuyo corazón
anida el mal.
Alguien dijo alguna vez, en un
alarde de ironía, que la moral, la ética, es aquello que nos indica cómo
debemos comportarnos cuando sabemos que nos están mirando. El ser humano que se
acerca al poder será siempre tentado, su “ego” se inflará como un globo y, al
alargarse en el tiempo su estancia en la cúspide del poder, sobre todo del
poder político, comenzará a confundir sus deseos con la realidad. Más tarde o
más temprano se corromperá, enfermará de corrupción.
Afirma también Francisco en la
obra citada que la corrupción no puede ser perdonada, porque “en la base de
toda actitud corrupta hay un cansancio de trascendencia, pues el corrupto se
cansa de pedir perdón”. Por eso, la corrupción, más que perdonarla, hay que
curarla.
Y, en el caso de la corrupción
política, hay que curarla con la Ley. El único medio que nos permitirá mantener
a raya a la corrupción, dentro de unos límites tolerables, pues acabar
totalmente con ella es imposible, es un rígido sistema legal de controles, de
responsabilidades y de cautelas, que hagan la práctica corrupta cada vez más
difícil y de peores consecuencias para el infractor. Se me ocurren algunas:
- Que los partidos políticos respondan solidariamente del delito de corrupción del cargo público nombrado es una de las más eficaces, junto con medidas de transparencia real de patrimonios.
- Que los partidos políticos respondan solidariamente del delito de corrupción del cargo público nombrado es una de las más eficaces, junto con medidas de transparencia real de patrimonios.
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- - Poner plazos al ejercicio de todos los cargos públicos, sin excepción. Acabar con los privilegios económicos o sociales de quienes han ejercido un cargo político.
-Acabar con el político profesional: es decir, configurar el ejercicio de la política con un servicio público que no va a reportar ventaja personal alguna, sino, posiblemente, algún sacrificio. Así el político, que tenía una profesión, su medio de vida, antes de su acceso a la cosa pública, debe volver a ella una vez agotado el plazo máximo de ejercicio del poder.
- - Poner plazos al ejercicio de todos los cargos públicos, sin excepción. Acabar con los privilegios económicos o sociales de quienes han ejercido un cargo político.
-Acabar con el político profesional: es decir, configurar el ejercicio de la política con un servicio público que no va a reportar ventaja personal alguna, sino, posiblemente, algún sacrificio. Así el político, que tenía una profesión, su medio de vida, antes de su acceso a la cosa pública, debe volver a ella una vez agotado el plazo máximo de ejercicio del poder.
Es posible conseguir que no nos
levantemos cada mañana con un nuevo caso de podredumbre política.
Imagen: https://edition.cnn.com/2015/02/09/asia/china-tycoon-execution/index.html
[1] A veces el diccionario es una ayuda inestimable en la
transmisión de una idea. Anegar, además de “llenar o cubrir de agua un lugar”,
y “abrumar, agobiar, molestar”, significa también “naufragar, irse a pique”
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