jueves, 6 de febrero de 2014

Crítica de la razón abortista



Acabo de leer un trabajo del sacerdote jesuíta D. José I. González-Faus, teólogo progresista, con el título "El derecho de nacer. Crítica de la razón abortista". Sin estar de acuerdo con él en varios aspectos, es sin embargo admirable la decisión y la precisión con la que este señor defiende el derecho a nacer, partiendo de una determinada visión antropológica del ser humano, concepto que considera aplicable al concebido desde el primer momento. 

Destacaré alguno de sus mejores pasajes:



"El lenguaje del "derecho al aborto", o la demanda de "aborto libre y gratuito" viene a ser una radiografía de la situación de los derechos humanos en nuestro mundo: sólo tienen derechos los que tienen fuerza o voz para defenderlos; y sólo tiene dignidad el que puede ostentarla. Por eso al feto, que es lo más débil, lo menos aparente y lo más indefenso en el nivel humano, no se le reconoce el derecho de nacer, que es el primer derecho humano.




(…) El nacimiento no supone una solución de continuidad en el proceso vital, por aparatoso o traumático (o asombroso) que pueda ser para nuestros sentidos. Por eso, no se adquieren los derechos por el hecho de nacer, sino que se posee el derecho a nacer por el hecho de ser humano.



(…) No hay, por tanto, ningún acontecimiento ulterior que convierta en humano lo que todavía no lo era. Lo que hay es el cumplimiento de unas potencialidades que estaban ya todas desde el primer momento. El feto es por tanto, un ser humano, aunque en situación de la más total indefensión. El recién nacido puede al menos apelar a nuestros sentimientos a través de su llanto y su vulnerabilidad. El feto todavía no llega ahí y, por eso, puede ocurrirle que se cumpla en él una variante de aquel refrán: "ojos que no ven... derecho que te niegan". Ahora bien: los derechos humanos se fundamentan sólo en la dignidad inviolable de cualquier ser humano, no en la presencia o la fuerza o la voz que pueda tener. Entenderlos de esta segunda manera sería falsificar toda la Declaración de los derechos del hombre.

(…) Se comprende pues que la Declaración Universal de los derechos del niño repita en dos de sus preámbulos que "el niño necesita protección jurídica adecuada, tanto antes como después de nacer". El derecho de nacer es el primer derecho humano. Y su no reconocimiento significa el triunfo del fuerte sobre el más débil, la obra de ese "individualismo rapaz" que caracteriza a nuestra civilización: una civilización que no admira más vida que la propia, que falsifica la libertad y que viola los derechos de los que no tienen fuerza para defenderlos".


Imagen: twitter.com 

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