El pasado sábado, día 20 de octubre tuvo
lugar el IV Congreso del Foro Español de
la Familia, que estuvo dedicado al Matrimonio. Excelentes profesionales, catedráticos, orientadores familiares, escritores, etc.
desgranaron reflexiones sobre la institución matrimonial. Además, el ambiente
era acogedor, familiar (como no podía ser menos) y optimista. Verdaderamente, cuando
uno se encuentra en un lugar así, con gente tan excepcional, parece que todo se
pone en su sitio, y una sensación de paz y alegría te embarga.
La idea central del mismo puede
resumirse en que la estabilidad familiar, cuyo presupuesto es la estabilidad
matrimonial, es un valor hoy en día de una enorme trascendencia, hasta el punto
de que, en palabras de María Salomé Adroher, Directora General de servicios
para la familia y la infancia del Ministerio de Sanidad, “los poderes públicos
deben ponerse cuanto antes al servicio de la estabilidad y la fortaleza de las
familias”.
Es una cuestión en la que se juega
nuestro futuro, el futuro de nuestros hijos y el de nuestra sociedad entera.
La estabilidad y funcionalidad de la
familia descansa sobre un pilar esencial, la fortaleza y estabilidad del
matrimonio. Por eso, de parejas fuertes se desprenden familias fuertes, y de
familias fuertes resultan sociedades cohesionadas, estables, funcionales y prósperas.
En palabras de Carlos Martínez de
Aguirre, “hasta en las sociedades con legislaciones más divorcistas se
considera un bien que los matrimonios duren”. No se entiende pues que ante
el aumento de divorcios, por un lado, y la bajada de la tasa de nupcialidad por
otro, la solución que se encuentre a ello por parte del poder político sea la
de facilitar la ruptura matrimonial, hasta el punto de convertir al matrimonio
en un “contrato basura”. Así actuó el gobierno anterior de España, que a
través de la Ley 15/2005, la conocida como la del “divorcio expres” hizo del
matrimonio una “unión” de dos personas, del mismo o de distinto sexo, que puede
disolverse sin causa a partir del tercer mes. Autorizadas opiniones señalaron
entonces que esa ley no se limitó a modificar el régimen matrimonial, sino que,
simplemente, acabó con el matrimonio, que dejó de existir, al desdibujarse tan
profundamente sus perfiles básicos que quedó irreconocible.
En efecto, desde siempre el matrimonio
ha consistido en la unión estable –se celebraba con la intención de que fuera
para siempre- entre dos personas de distinto sexo y abierta a la vida. Su
regulación jurídica, y el interés que tiene para el Derecho descansan precisamente en esto último, en que se trata del lugar donde se originan los
nuevos seres humanos. Por eso, la institución fundamental del Derecho de
familia es la filiación.
Por tanto, ya se comprende, como señala
el ya citado Martínez de Aguirre, que permitiendo que contraigan matrimonio
personas del mismo sexo y estableciendo su libre indisolubilidad, hemos acabado
con el matrimonio, pues ya no hay nada –salvo el nombre, lo único que queda ya,
a modo de cáscara vacía- que lo diferencie de las uniones libres o convivencias
de hecho.
Así, resulta muy difícil explicar a una
pareja joven el interés que para ellos pueda tener celebrar un matrimonio, pues
sólo perciben la apariencia: lo único que diferencia a la convivencia afectiva
del matrimonio son “los papeles”.
Vemos ahora con más claridad, el porqué
de la caída de la nupcialidad, del aumento de hijos nacidos fuera del
matrimonio, y del imparable aumento de las cifras de divorcio.
Como decíamos al principio, en este
hermoso combate por la fortaleza del matrimonio y de la familia nos jugamos
mucho; lo primero de todo, la felicidad de nuestros hijos. Decía Ignacio Socías,
el Director General de The Family Watch, que múltiples evidencias científicas
demuestran que “Las familias formadas por personas casadas que no se han
roto hacen más felices a sus miembros que las de las uniones alternativas”.
Por muchos motivos – y no es el de menor importancia el descenso alarmante, y a
escala mundial, de la tasa de natalidad, que hace que los sistemas de protección
social que conocemos, y hasta la misma Economía mundial (con mayúscula) vaya a
ser absolutamente inviable en pocos años- por muchos motivos, digo, en palabras
de Ignacio Socías, “se necesita más familia y más matrimonio”. Al
parecer, hasta en la ONU se empiezan a dar cuenta de esto, se vislumbra un
cambio de actitud en Naciones Unidas. Pero aunque esto es así, señalaba en su
conferencia, “hay gente cuya ideología no les permite admitir la realidad más
palmaria”.
Por último, acabaremos con una hermosa
historieta. Preguntaron con gran interés a una pareja de ancianos que
celebraban sus bodas de oro matrimoniales que “cuál era el secreto”.
Respondieron con naturalidad: “ninguno, pero nosotros crecimos en una época
en la que si algo se estropeaba, se reparaba”. Hoy, cualquier cosa que se
rompe se tira a la basura, y se sustituye por otra nueva. Parece una simple anécdota,
pero podemos aprender muchísimo de ella.
Aquí pueden leerse las CONCLUSIONES completas del IVCongreso del FEF.
Aquí pueden leerse las CONCLUSIONES completas del IVCongreso del FEF.
Si Joaquín, lo leemos y me sirve para aprender y saber cómo va el tema. Ya me gustaría llegar a más cosas, pero no me da para más el tiempo...
ResponderEliminarAhora te contesto rápidamente porque ya hay otra faena que debo hacer y el día se está acabando y soy de las que se tienen que ir pronto a dormir para poder levantarme mañana a la hora.
Tú sigue sembrando que la cosecha llegará. ¡Saludos efusivos! MLuz
Ja, ja... Muy buena la frase de cierre... A veces lo simple condensa la evidencia de las cosas.
ResponderEliminarHola, estoy estudiando filosofía y estoy iniciando mi ultimo año, para el cual, al final tengo que entregar una tesina. He decidido hablar de la familia y por tal motivo, me gustaría que me ayudaran a encontrar material para dicho trabajo. sin mas por el momento me despido. Gracias.
ResponderEliminarBuenas tardes, perdone el retraso al contestar. Con mucho gusto le ayudaría, pero necesito saber quién es usted y cómo puedo contactarle. Gracias, espero sus noticias.
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