viernes, 11 de mayo de 2012

El aborto y los perros


Reproduzco a continuación una carta del Obispo de Solsona,  provincia de Lérida, Mons. Xavier Novell, que me ha parecido especialmente brillante. La he leído en InfoCatólica, de donde asimismo he tomado prestada la foto:

Hace unas semanas se publicó en la prensa la noticia de que un perro abandonado, que causaba temor y peligro a los vecinos de un pueblo de nuestra diócesis, había sido sacrificado a tiros por un concejal del Ayuntamiento. Conocida la noticia comenzaron las reacciones mediáticas reclamando dimisiones políticas e, incluso, acciones judiciales ante la que fue calificada como "la barbarie de Torá".

No pude evitar enfrentarme a una pregunta: Cuando cada año se publican las cifras escalofriantes de los abortos en Cataluña, ¿como es que casi todo el mundo calla? ¿Es que no tiene valor la vida de decenas de miles de nonatos eliminados impunemente? ¿Será cierto que los animales tienen tantos o más derechos que las personas? ¿Qué pasa en este país?

La deformación moral es tan grande que los columnistas y tertulianos pro-abortistas llegan a afirmar que "el aborto es un derecho". Sin juzgar ninguna mujer que haya abortado, porque a menudo son víctimas de una violencia estructural contra la maternidad, ejercida por las empresas, el sistema sanitario o la ideología imperante, hay que decir bien claro y bien fuerte que el aborto es un crimen, uno los más terribles y abominables de la humanidad. Es el asesinato del más indefenso, del propio hijo. Esto lo tenemos que decir sin miedo.

El relativismo moral de nuestra cultura bandeja y vitupera aquellos que nos atrevemos a decir que el aborto es un crimen y nos califica como retrógrados, misóginos, carcas y antidemocráticos. No se quiere escuchar que existe la obligación moral de defender al inocente y perseguir al criminal. Su criterio para discernir lo que está bien y lo que está mal es perverso: está bien lo que la mayoría lo considera un bien, es un derecho lo que la mayoría quiere ejercer sin obstáculos. Este es el camino falso a través del cual se llega a catalogar como un derecho lo que simplemente es un crimen.

¿Cómo puede ser que tengamos entrañas y pedimos caridad para un perro y no las tengamos para un niño no nacido?”

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