Tercera y última parte.
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4.
El papel de las Cofradías Penitenciales
De la
larga lista de beneficios que hemos citado podemos identificar muchos de ellos
como consecuencias inmediatas de la pertenencia a una asociación de laicos, a
una Cofradía, sobre todo si esa pertenencia, esa vinculación se arraiga en la
tradición familiar. Como todos sabemos por nuestra experiencia personal, por
nuestra particular vivencia cofrade, la vinculación de familias enteras con las
cofradías penitenciales es algo habitual, tan habitual que nos resulta la cosa
más normal del mundo, porque es algo que hunde sus raíces en lo más profundo de
la historia. Muchos pertenecemos a una cofradía porque a ella perteneció
nuestro padre, nuestro abuelo, y también pertenecen nuestros hijos, hermanos,
primos… Toda la familia tiene su propia “historia cofrade”, plagada de
vínculos, de encuentros, y de recuerdos. Esta es una realidad palpable, y es
aquí dónde este trabajo quería llegar: las grandes posibilidades que para el
desarrollo de nuestras propias familias y para la formación, cristiana y
personal de nuestros hijos ofrece la pertenencia a una Cofradía Penitencial.
Como todos
sabemos, nuestra Madre la Iglesia, mediante el Código de Derecho Canónico hace
recaer sobre los padres la grave obligación y el derecho de educar a la prole[1],
y para ello, dice textualmente el CIC que “los
padres católicos tienen la obligación y el derecho de elegir aquellos medios e
instituciones mediante los cuales (…) puedan proveer mejor a la educación
católica de los hijos”[2].
Entre estos medios e instituciones podemos situar a las Cofradías
Penitenciales, pues a ellas, como asociaciones de laicos, les corresponde “fomentar una vida más perfecta”[3]
y para ello sus Presidentes deben “cuidar
de que los miembros de su Asociación se formen debidamente”[4].
Del mismo
modo, nuestras Cofradías son depositarias en muchos casos de tradiciones
centenarias. Han sido erigidas ellas mismas, o son sucesoras de organizaciones
creadas siglos atrás, y esencialmente siguen siendo iguales a ellas mismas,
constituyendo sus actos de culto, celebraciones Litúrgicas, sus actos
penitenciales, sus desfiles procesionales, sus oraciones propias, la
designación de sus cargos, su organización interna, la reglamentación interna y
normas estatutarias, etc… un ejemplo vivo de una tradición conservada de padres
a hijos y hecha actual, vigente, en cada reiteración. El cofrade siente honda
satisfacción al participar en estos actos al saber que de igual modo lo
hicieron sus padres y sus abuelos. Y, hoy en día, este aspecto tiene singular
importancia, pues el progreso actual contribuye a que el hombre moderno sufra
otra pérdida nuclear: las tradiciones. Al respecto, señala Frankl: “las tradiciones cumplían la misión de
contrapeso de su conducta, y ahora se diluyen, en la sociedad moderna, a pasos
agigantados. Carece, pues, [el hombre] de instintos que le impulsen a
determinadas conductas, y ya no conserva las tradiciones que le indicaban los
comportamientos socialmente aceptados; en ocasiones ignora hasta lo que le
gustaría hacer. En su lugar, desea hacer lo que otras personas hacen
(conformismo), o hace lo que otras personas quieren que haga (totalitarismo)”[5].
El papel
de nuestras Cofradías en relación con las familias cofrades vinculadas a ellas
puede sistematizarse de este modo:
A.
Beneficios para el desarrollo de la familia.
a. La
pertenencia a una Cofradía fortalece la unidad familiar: La realización continuada de actividades en las
que participa la familia en su totalidad o casi robustece los vínculos entre
sus miembros, afectivos y ejemplificativos. Cuando todos los miembros de la
familia se integran en una organización, cada uno en su nivel de participación
y en su actividad o responsabilidad concreta, crece el sentimiento de
pertenencia, de unidad, de camaradería y de solidaridad. La vivencia cofrade es
más plena, y la satisfacción familiar se incrementa. Por supuesto, el tiempo
que los miembros de la familia pasan juntos se incrementa sustancialmente.
b.
Que los miembros de una familia pertenezcan a una
Cofradía actúa como importante referente educativo: Cada
uno de los miembros de las familias cofrades va a llevar a cabo un determinado
papel en el seno de la misma, asumiendo una concreta responsabilidad. Tanto en
su actuación por separado como miembro de la Asociación como cuando coinciden
varios miembros de la familia en una actividad concreta, su acción educativa
(recordemos que, como dijimos ya más arriba, la tarea educativa que se lleva a cabo en el seno de cada familia, y
especialmente en el seno de cada familia cristiana se basa fundamentalmente en
el ejemplo y en la repetición de actos virtuosos, es decir, a través del
desarrollo co-activo de los hábitos) es potente y omnidireccional.
B. Beneficios para la educación de los
hijos.
a. El
tiempo que el menor dedica a las actividades cofrades es un tiempo de
aprendizaje. Ya sea en la formación en la solidaridad (secciones de
Caridad), en la formación cristiana (cursillos, charlas, actividades
formativas), en la participación en secciones de instrumentos (formación
musical, disciplina, orden, sacrificio…), en la preparación de los cultos
(ensayos, preparación de materiales y enseres), en la preparación de las
Actividades Penitenciales de Cuaresma y Semana Santa (procesiones, Estación de
Penitencia), con la atención y el cuidado en el vestido, aseo y preparación de
los numerosos aspectos que contribuirán al esplendor y lucimiento de nuestras
Imágenes Titulares, todo ello tiene un hondo carácter formativo de la
personalidad de nuestros hijos.
b. La
participación en la vida cofrade es un inmejorable modo de pasar el tiempo
libre. Nuestros hijos crearán vínculos de amistad con los demás jóvenes de
la Cofradía, de modo que el tiempo que dediquen a sus actividades, o que pasen
en los locales sociales de nuestras Asociaciones será para ellos un tiempo
deseable, esperado, agradable y muy satisfactorio.
c. La
pertenencia a una Cofradía aumenta el sentido de la responsabilidad y fortalece
los vínculos de solidaridad con los menos favorecidos. Cuando nuestros
jóvenes deciden, libremente, integrarse en la sección de Caridad de la
Cofradía, y se comprometen a dedicar parte de su tiempo libre a ayudar a
quienes más lo necesitan, o integrarse en una sección de instrumentos, o de
portantes, etc. van a dedicar su tiempo y esfuerzo en darlo a los demás, y se
van a responsabilizar de cumplir unos horarios, de asistir a unas actividades
programadas que quizá no sean lo que más les apetece hacer en ese momento. De
esta manera se sujetan voluntariamente al cumplimento de unas normas. ¡Cuánto
valor educativo, formador tiene todo esto!. No cabe duda que redundará en que
acepten mejor las normas de comportamiento establecidas en cada familia[6].
C. La
formación cristiana de los miembros de las Cofradías.
Como sabemos, “el hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer
anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente «Iglesia
doméstica», comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de
caridad cristiana”[7].
Y, para todos los que pertenecemos a una Cofradía Penitencial ésta debe ser una
extensión del hogar cristiano para la formación religiosa de sus miembros. Ya
dijimos antes la obligación de los presidentes de atender a la formación se sus
miembros para el “apostolado propio de los laicos”[8].
Pero en primer lugar, a través de los actos Litúrgicos que la Cofradía
Penitencial celebra a lo largo del año, y muy especialmente durante la Cuaresma
y la Semana Santa, la Cofradía está llevando a cabo una tarea de evangelización
y catequética con sus miembros y con toda la comunidad parroquial. En este
sentido es importante señalar que la asistencia a los mismos de las familias
supone un gran bien para todos sus miembros, especialmente los jóvenes, cuya
participación en la vida de la Iglesia y en la administración de los
Sacramentos se ve muy favorecida e incentivada.
Además, es cada vez más frecuente que las
Cofradías, por si misma o a través de confederaciones o asociaciones más
amplias en que se integran a nivel local, provincial, diocesano, etc. organicen
todo tipo de actividades de formación cristiana.
CONCLUSIÓN
En el
presente trabajo hemos expuesto el papel de primer orden que representa la
pertenencia a una Cofradía Penitencial para la familia cristiana actual, en
estos tiempos de rápida transformación social y de crisis de la persona humana,
y al mismo tiempo, la rica realidad que supone para cada cofradía la
pertenencia a la misma de grupos familiares. Los beneficios son mutuos, y el
papel a cumplir por ambas instituciones con relación a la otra es de gran importancia.
Y qué duda cabe, la integración de la familia en una Cofradía Penitencial
contribuirá a que dicha familia sea una las
que “viven esta situación permaneciendo fieles a los valores que
constituyen el fundamento de la institución familiar”[9].
[1] Cfr. Canon 793 CIC
[2] Ibidem.
[3] Cfr. Canon 298 CIC
[4] Cfr. Canon 329 CIC
[5] FRANKL, VIKTOR., “El
hombre en busca de sentido”. Edición
y prólogo de José Benigno Freire.
Barcelona, HERDER, 1979 (3ª reimpresión, 2004). P. 129
[6] La profesora de la
Universidad de Sevilla Rosario Ordóñez Sierra, en un interesante trabajo, en el
que recoge las opiniones expresadas por los profesores que
fueron invitados relativas a las funciones y responsabilidades que les
corresponde en el ámbito escolar, y respecto a Enseñanza de normas y/o
responsabilidades familiares, expone que los docentes siguen opinando
que tienen parte de responsabilidad en todas las tareas asignadas, aún así los
porcentajes ante estas respuestas son más bajos ante el valor “mucha” y
ascienden algo ante el valor “bastante”, pero todos se mantienen por debajo del
50%. Acostumbrarles a que acepten las normas de comportamiento establecidas
(comidas, higiene, uso de las cosas): (Bastante=40,3%, mucha=48,9%; 0=3,45). Acostumbrarles a ser limpios y ordenados:
(Bastante=47,3%, mucha=41,4%; 0=3,37). Enseñarles a participar en la vida
familiar, dándoles pequeñas responsabilidades: (Bastante=45,2%,
mucha=24,7%; 0=3,00). Hacer uso adecuado de la televisión: (Bastante=37,6%,
mucha=15,1%; 0=2,69). ORDOÑEZ SIERRA, ROSARIO: “Responsabilidades educativas que
se atribuyen familia y escuela en el ámbito educativo”. Universidad de
Sevilla. http://www.romsur.com/educa/responsabilidades.htm.
Como vemos, el docente se siente involucrado, en parte al menos, en la
educación que sus alumnos reciben en el seno de la familia. La organización de
una Asociación de laicos es evidente que también tendría su papel en este
ámbito, al suponer la aceptación voluntaria de un conjunto de deberes y normas
por parte de sus miembros, cuyo cumplimiento tendría relación con el conjunto
de normas intrafamiliares de convivencia.
[7] CATECISMO DE LA IGLESIA
CATÓLICA. 1666
[8] Cfr. Canon 329 CIC
Excelente trabajo, como siempre, Joaquín. Muy interesante y, sobre todo, muy documentado. Es idóneo para el tiempo en que nos encontramos, preparación de la Semana Santa. Además, refuerza el papel de la familia como educadora y, de modo especial, como educadora en la fe.
ResponderEliminarGracias, Vicente. Me alegro de que te haya gustado
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