Me parece, en primer lugar, que no está de más aclarar en lo posible qué es de lo que estamos hablando, pues creo que así será
más fluido el razonamiento que intentemos. Ética (“êthos”) y Moral (“mos”),
palabras que etimológicamente tienen igual significado, hacen referencia en
primera instancia al modo de ser, al carácter. Pero el carácter se adquiere
viviendo, por el hábito, por la costumbre.
Por eso suele definirse a la moral (y a la ética) como la ciencia de las
costumbres, metafísica de las costumbres, ciencia de los actos humanos, ciencia
del bien y del mal, ciencia de la voluntad en orden a su último fin…
Pero
la ética tiende a descubrir en la realidad o en la conciencia el hecho moral
elemental: el deber. Por que el objeto
de la ética es la moralidad, entendida aquí como el carácter de bondad o
malicia de las acciones humanas, y este carácter lo adquirirán según cual sea
su relación con el deber. Y, por tanto, el problema fundamental de la ética es
el fundamento de la obligación moral del hombre, la explicación moral del “tú debes”. Por todo lo expuesto podemos
decir que el êthos es el fundamento
de la praxis, la raíz de la que brotan todos los actos humanos.
A
continuación daremos un paso más: ¿Cuál es el sustrato, el fundamento de la
ética, que permite predicar la moralidad (bondad o maldad) de la acción humana:
el valor de la justicia. Éste valor
constituye el puente de conexión de la moral, de la ética, con el Derecho, que
no es más que un punto de vista sobre la justicia, pues ésta supone el constitutivum ontológico de lo jurídico.
Por
tanto vemos con Aristóteles que la justicia supone un rasgo del modo de ser y
actuar del hombre, una virtud, hábito que nos induce a obrar para conseguir la
felicidad. Como el resto de las virtudes éticas, se alcanzan con la práctica,
con la repetición. La moral es hija de los buenos hábitos. Y con esto, como
vemos, hemos alcanzado el punto de partida.
Por
tanto, la aspiración, el deseo vehemente de alcanzar la justicia preside las
acciones humanas cuando estas aspiran a ser calificadas como moralmente buenas.
Es pues el último criterio. Y en mi opinión, el ansia de justicia está grabada
a fuego en el corazón humano. Cuando Dios creó al ser humano y le regaló el
Edén “lo invitó a una comunión íntima con Él revistiéndolos de una gracia y de
una justicia resplandecientes”[1].
En este sentido, me llenan de alegría,
por que descubren un universo entero que supone el atisbo del cielo nuevo y de
la tierra nueva escatológicos, las siguientes palabras: “Existe una
justicia. Existe la «revocación» del sufrimiento pasado, la reparación que
restablece el derecho. Por eso la fe en el Juicio final es ante todo y sobre
todo esperanza, esa esperanza cuya necesidad se ha hecho evidente precisamente
en las convulsiones de los últimos siglos. Estoy convencido de que la cuestión
de la justicia es el argumento esencial o, en todo caso, el argumento más
fuerte en favor de la fe en la vida eterna. La necesidad meramente individual
de una satisfacción plena que se nos niega en esta vida, de la inmortalidad del
amor que esperamos, es ciertamente un motivo importante para creer que el
hombre esté hecho para la eternidad”[2].
El problema, el enorme problema, es cuando lo Legal deja de ser Moral. Justo lo que ocurre ahora...
ResponderEliminarEs que ése es uno de los mayores problemas de la filosofía jurídica, pendiente aún de solucuón, el de la "ley injusta"
EliminarPor cierto Joaquín, hay algún problemilla con tu feed. En el reader sólo se ve código...
Eliminar¡Rayos! ¿Y cómo puedo solucionar eso? ¿Tiene que ver con blogger?
EliminarHas dado un salto cualitativo ¡y cuantitativo! importante al pasar desde "el ansia de justicia está grabado a fuego en el corazón humano" a "cuando Dios creó al ser humano..." Con un punto y seguido, encima.
ResponderEliminarMe parece bien. Eres el bloguero y haces de tu capa un sayo. Correcto, insisto. Pero, sin ese salto, tal vez hubiese disfrutado de tu interpretación de las causas que producen que esas ansias de justicias grabadas a fuego se queden en nada. Cuando no en lo contrario -que es por desgracia lo habitual. (Si las tuvieres, je je)
Átame esa mosca por el rabo, Brother!
Pero Jacobo, no hay ningún salto. Quién imprime en el hombre ese anhelo de justicia, tan intenso que es imposible se apagar en este mundo es precisamente su Creador, ese es el tema del post, no otro...
ResponderEliminarDices que la moral es hija de los hábitos, y que la Justicia está inserta en el corazón humano. ¿Qué hace al hombre actuar con injusticia?
ResponderEliminarSein y solen, ser y deber ser, han de ir de la mano. Esa es la cuestión.
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