"Sra. Vela, no escuche, no mire" es el título del extraordinario artículo que mi sabio amigo, D Vicente Morro ha publicado en ANÁLISIS DIGITAL y que reproduzco a continuación. Considero imprescindible su atenta lectura, pues deshace muchos equívocos y clarifica extraordinariamente la controvertida cuestión del aborto intencionado, que constituye una evidente eliminación de un ser humano que muchos se niegan a admitir, aun contra toda razón y evidencia.
"Atendidas las cuestiones más
urgentes, las económicas, el Gobierno de España se va a volcar, parece, en las
auténticamente importantes. El futuro de nuestra sociedad nos lo jugamos en un
terreno diferente al de los asuntos económicos, por complejos y serios que
éstos puedan ser. Las cuestiones esenciales son las que afectan a la vida
humana, al matrimonio y a la familia y a las libertades, especialmente las de
educación y conciencia. Antes o después, mejor cuanto antes por supuesto,
saldremos de la crisis material que estamos sufriendo. Lo que no parece posible
es salir de la crisis moral si no hacemos nada.
En el Congreso de los Diputados,
el Gobierno ha empezado a desvelar sus planes en los ámbitos que acabamos de
citar. De momento son sólo anuncios. Lo adelantado, en general, suena bien.
Pero lo fundamental será cómo se vayan desarrollando estas medidas y la
profundidad y alcance real de las políticas concretas. Son imprescindibles
cambios radicales, en el sentido orteguiano de “ir a la raíz”. Estos cambios
son aún más necesarios en la conciencia de nuestra sociedad. En cuestiones de
tanto calado humano las medidas políticas no lo son todo, a pesar del efecto
pedagógico que tienen las leyes.
Hemos dicho que el Gobierno de
España acaba de anunciar cambios legislativos en materias como aborto,
protección a la familia y educación. Se habló de proteger el derecho del
embrión a la vida, de ayudar a las madres en dificultades, de apoyar a la
familia o de mejorar la legislación educativa. Sobre esta última, entre otras
cosas, se ha anunciado el final de la vía de adoctrinamiento abierta con la
imposición de “Educación para la Ciudadanía”. Después de una intensa, y
desigual, batalla cívica contra ésta y sus contenidos, reprobados incluso por
el Tribunal Supremo, parece que nos vamos a librar de ella.
Junto a estos anuncios, positivos
en principio como dijimos, no deja de haber señales preocupantes. Muy
preocupantes, más bien. Entre los proyectos hay que señalar la mención a la
posible intervención de los notarios en cuestiones de matrimonio. Sería un
nuevo paso en la reciente, y creciente, degradación legislativa de la
institución matrimonial. Desgraciadamente, la medida es coherente con el
planteamiento según el cual el matrimonio es un mero contrato: contrato basura,
porque es el menos protegido y respetado por nuestras leyes. Es el único que,
transcurridos tres meses, se puede rescindir por la sola voluntad de una de las
partes, sin derecho alguno para la otra.
Otra cuestión preocupante ha sido
la política de nombramientos, de algunos para ser justos. El de Dª. Carmen
Vela, como Secretaria de Estado de Investigación, Desarrollo e Innovación del
Ministerio de Economía y Competitividad, es el más grave e incomprensible. La
Señora Vela, que apoyó a Zapatero en su momento y recientemente a Pérez
Rubalcaba, es favorable al aborto pues entiende que no puede demostrarse
científicamente que el embrión sea un ser humano. Su nombramiento podría entenderse
como acto de “apertura” o antisectarismo, pero quizá no pase de simple gesto
demagógico. ¿Cree el Señor Rajoy que no había en España nadie más adecuado para
ese puesto? La duda que, legítimamente, podemos plantearnos es ¿por qué alguien
que tanto se ha significado públicamente a favor de los socialistas y está tan
cualificada técnicamente no había ocupado antes este cargo, u otros similares,
en gobiernos más afines a su ideología?
El lector, si aún sigue ahí, se
preguntará ¿qué tiene que ver lo dicho hasta ahora con el título del artículo?
Veámoslo. La justicia federal estadounidense acaba de fallar a favor de que el
Estado de Texas pueda aplicar una norma que hace que antes de practicar un
aborto los médicos deban hacer escuchar a las madres el ultrasonido del latido
del corazón de su feto. Los centros abortistas, celosos de su negro y lucrativo
negocio, habían interpuesto una demanda de inconstitucionalidad que ha sido
ahora rechazada. La ley establece, además, que el “sonograma” vaya acompañado
de una explicación médica detallada. Algo similar se propuso, por ejemplo en la
Comunidad Valenciana, al entrar en vigor la nueva ley del aborto en España: se
anunció que se iba a dar información completa, incluyendo una ecografía en 3D,
a la madre para mostrar la realidad –humana, obviamente- de la vida que lleva
en su interior. De momento, nada de nada.
Señora Vela: no escuche, no mire,
no piense, no vaya a ser que sus prejuicios ideológicos, que le hacen dudar de
la humanidad del feto, tengan que ceder ante las evidencias –gráficas o
auditivas (¡qué emocionante escuchar latir un minúsculo corazón humano!)- de la
ciencia y la razón. Por el contrario, Señor Rajoy: escuche, mire, piense, lea y
no deje que los cambios anunciados se queden en simples retoques. Vaya a la
raíz del asunto, que en la cuestión del aborto no es otra que la eliminación de
una vida humana en formación en el seno materno, pero distinta de la vida de su
madre. Si no miramos de frente al embrión, si lo escondemos, no estaremos
enfocando correctamente la cuestión.
Lea, le decía, Señor Presidente.
Por ejemplo, el Voto Particular de su partido al Informe de la Subcomisión
Parlamentaria sobre la legislación del aborto, firmado por la actual
Vicepresidenta de su Gobierno el 16 de febrero de 2009. En la exposición de motivos
reconoce que “el aborto destruye una vida humana” y proclama que “en coherencia
con la defensa de la vida y de los derechos humanos de todos, incluidos los no
nacidos” el Partido Popular se debía oponer a las conclusiones, señalando más
adelante que “es necesario hacer pedagogía pública contra el aborto porque… no
es una solución, es un problema, y acarrea siempre consecuencias muy negativas
para las mujeres.”
Lea, relea más bien puesto que
fue el primero de los firmantes que comisionó al Señor Trillo-Figueroa, el
recurso de inconstitucionalidad que interpusieron contra diversos artículos de
la Ley 2/2010. Entre otras muchas cosas este magnífico texto habla, en el
Motivo Primero de Inconstitucionalidad, referido al artículo 14 de la Ley, con
claridad y rotundidad, de “sacrificio de la vida humana del nasciturus.”
¿Cuántos miles de “vidas humanas de nasciturus” se han sacrificado desde la
entrada en vigor de esta inicua norma? ¿Cuántos miles desde que el Tribunal
Constitucional denegará la suspensión cautelar que Vds., con toda razón y
justicia, solicitaron? ¿Cuántas vidas humanas se sacrifican cada día por la
aplicación de esta ley o por los efectos abortivos de la píldora del día
después? ¿No es esto motivo suficiente para modificar radicalmente esta legislación,
y para modificarla ya, mejor hoy que mañana?
Lea la Opinión del Comité de
Bioética de España, de 7 de octubre de 2009, sobre el proyecto de modificación
de la legislación del aborto. Lea, sobre todo, el interesantísimo voto
particular del profesor César Nombela Cano. El documento arranca reconociendo
que en España se produjo, en relación con la anterior normativa, una
“interpretación extralimitada de uno de los supuestos despenalizados: el grave
peligro para la salud psíquica de la mujer.” En el apartado 3, “El estatuto
biológico del embrión y sus implicaciones”, reconoce que “el desarrollo
embrionario y fetal puede considerarse un proceso en continuidad (un continuum,
en Palabras del Tribunal constitucional) desde la fusión de los pronúcleos del
espermatozoide y del óvulo hasta el parto. Desde esta perspectiva, su vida
biológica puede identificarse en todo momento como una vida humana… surge aquí
una entidad biológica nueva, que posee la dotación genética característica de
la especia humana.” ¡Qué pena que las señoras Vela, Aído o Pajín no hayan
leído, o no hayan entendido, este documento! Lo terrible de esto, y lo denuncia
Cesar Nombela, es que a pesar de que se reconoce que desde la concepción existe
una nueva vida humana –si, humana- se llega a admitir que se pueda acabar
deliberadamente con ella hasta la semana catorce, y después si les conviene.
Este paso sólo puede darse tras una serie de piruetas ideológicas y demagógicas
que, admítaseme la expresión, sacan “a patada” a la ciencia y a la razón del
informe y sus conclusiones.
Lea también, si aún le quedan
dudas de qué es lo esencial en este asunto, la Sentencia del Tribunal de
Justicia de la Unión Europea, de 18 de octubre de 2011 (Asunto C34/10, instado
por Greenpeace y no por alguna oscura entidad ultraconservadora rancia y
retrógrada). Literalmente, establece que “constituye un ‘embrión humano’ todo
óvulo humano a partir del estadio de la fecundación…”.
Lea, por favor, la Sentencia del
Tribunal Europeo de Derechos Humanos, de 18 de diciembre de 2010, que señala
que del Convenio Europeo de Derechos Humanos, y particularmente de su artículo
8 –sobre el respeto a la vida privada-, no se puede inferir para la madre la
existencia de un supuesto “derecho al aborto”. Y añada la lectura de la Sentencia
del mismo Tribunal de fecha 13 de febrero de 2003, que se pronuncia de forma
similar sobre la inexistencia de ese supuesto “derecho” al aborto, citada en el
Informe de 17 de septiembre de 2009 de la Comisión Permanente del Consejo de
Estado sobre esta cuestión.
Lea y reflexione Señor Rajoy. Lea
a los doctores Nombela, López Barahona, Jouve De la Barreda o López Moratalla,
entre otros muchos. Mire y “escuche” al nasciturus. Facilite que otros lo
hagan. Lo repetimos una vez más: la clave en la cuestión del aborto es la
presencia de una vida humana en el seno de su madre tratando de abrirse paso y
vivir. En esto ser radical, en consecuencia, será mirar cara a cara al
nasciturus, escucharlo y, en consecuencia, protegerlo. Quizá Julián Marías,
como aventajado discípulo de Ortega, precisamente por acercarse “radicalmente”
a la cuestión del aborto comprendió que su aceptación social era lo más grave
que había sucedido en el siglo XX: dar a alguien –la madre- la capacidad
arbitraria de decidir sobre la vida de un tercero (“tertium existencial
distinto”) –el hijo-.
Por cierto, llevamos ya unas
1.650 palabras. Quizá demasiadas, lo reconozco. Pero creo que eran necesarias
porque tenemos razón y razones, muchas y serias razones, a pesar de las
caricaturas habituales. ¿Has caído en la cuenta, querido y paciente lector, de
que hasta ahora no hemos utilizado ningún razonamiento o argumento de carácter
religioso o confesional? Para mucha gente sus convicciones religiosas, sean del
credo que sean, les refuerzan en su defensa de la vida humana, pero, como hemos
hecho hasta ahora, podemos defenderla sólo con argumentos científicos y
racionales. Lo bueno es que, en éste como en tantos otros ámbitos, ciencia y
religión, fe y razón, no se contraponen sino que se complementan y refuerzan.
No basta con que las menores
deban acudir a sus padres o con ceñirse a la Sentencia de 1985. No podemos, ni
debemos, conformarnos con ajustarnos a unos mínimos: tenemos que defender la
vida radicalmente. Así podremos conseguir, mucho más temprano que tarde y de
manera cívica, pacífica y democrática, que en España no haya ni un solo aborto
más y que se proteja la maternidad con medidas efectivas para que las madres en
dificultades puedan llevar sus embarazos adelante sin tener que plantearse
siquiera la terrible posibilidad de sacrificar la nueva vida humana que llevan
en su seno. Está en sus manos, Señor Rajoy, y en las de su Gobierno. Por favor,
no tarden. Es verdaderamente una cuestión de vida o muerte, de miles de vidas o
de miles de muertes".
(Imagen: http://www.cometelasopa.com)
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