Mi querido -y admirado- amigo, D. Vicente Morro, un hombre verdaderamente culto, ha publicado un artículo sobre la sugerente noticia del reciente nacimiento del ser humano número 7.000.000.000.
En él incide sobre cómo el "primer mundo" (el nuestro) ha tratado desde antiguo de imponer sus esquemas mentales por todo el mundo, en su expansión imperialista, para la mejor explotación en su propio beneficio de los pueblos y territorios sometidos a su "protección". Os lo copio, con su autorización:
7.000.000.000… ¡Y AÚN SOBRAN ESPACIO, RECURSOS Y RIQUEZA!
"Ya somos, teóricamente, 7.000.000.000 de seres humanos. Esta estupenda noticia ha provocado, o reavivado, el pánico en mucha gente. Los ‘civilizados’ occidentales del Primer Mundo nos hemos preocupado mucho por las posibles graves consecuencias para los pobres del Tercer Mundo (casi todo el mundo). Los del Primer Mundo somos una selecta y privilegiada minoría. Todo el resto, la inmensa mayoría, es Tercer Mundo.
A muchos de nuestros teóricos y académicos les parece una barbaridad que seamos tantos. Como sabios protectores, instalados ya en el crecimiento cero, nos hemos aplicado a la tarea de imponer a los tercermundistas nuestras costumbres, nuestras ideas y nuestra ¿moral? Somos terca, contundente y asquerosamente imperialistas, colonialistas.
Les hemos invadido en tres grandes oleadas a lo largo de los últimos siglos. En la primera, económico-política, esquilmamos sus recursos y su libertad. En la siguiente, cultural, arrasamos sus tradiciones y les impusimos nuestro way of life. En la tercera, demográfica, estamos diezmando su población. Les enseñamos lo buena y moderna que es la salud sexual y reproductiva y lo útil que es el aborto para estos menesteres: así serán poquitos y nos dejaran disfrutar tranquilamente de nuestros bienes.
Nuestro egoísmo, nuestra pereza, nos llevan a no querer compartir nuestro bienestar con los demás. Hay riqueza y bienes materiales para todos, si se distribuyen bien. La ciencia y la técnica, bien utilizadas, pueden hacer mucho bien: mejores alimentos y en mayor cantidad, mejores condiciones de vida, lugares más habitables. Pero la ciencia y la técnica, mal empleadas como ahora, pueden causar mucho dolor: aborto –químico o quirúrgico-, esterilizaciones masivas, enriquecimiento injusto de los de siempre, eliminación selectiva de las niñas.
¿No sería mejor nuestro mundo si dejásemos de hacer caso a los profetas de las catástrofes demográficas? ¿No sería mejor considerar cada nueva vida como un don, una bendición, una riqueza, una promesa de futuro? Alegrémonos de ser más seres humanos y trabajemos para construir un mundo más humano."
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